La desaparición de la arqueología profesional en las grandes ciudades

Un artículo publicado el 14 de octubre provoca, una vez más, el malestar de los profesionales de la arqueología.
La falta de planificación hace que muchas obras empiecen sin haber hecho las obligadas consultas a las afecciones arqueológicas del proyecto.
Cargos públicos se mofan de la arqueología profesional y eluden su responsabilidad en el incumplimiento de plazos y procedimientos.
Nuestra profesión está en un grave riesgo de desaparición.

El pasado 14 de octubre de 2023, el diario El Mundo en su sección de GRAN MADRID publicaba un artículo firmado por Carlos Guisasola (para más datos, periodista que suele escribir sobre deportes y más concretamente de Fórmula 1) con el título: “Mastodontes, un palacio o el hallazgo de aquella botella de cerveza clave: los tesoros bajo la piel de Madrid que retrasan y encarecen obras”.

Una vez superada la estupefacción y después del cabreo por leer el titular, si leemos el artículo tampoco abandonamos esas sensaciones.

Estupefacción por la ignorancia demostrada en todo lo que tenga que ver con procedimientos arqueológicos recogidos en la Ley de Patrimonio Cultural de la Comunidad de Madrid recientemente renovada y que ha sido redactada sin oír ni una sola de las alegaciones realizadas por asociaciones y otras entidades civiles y/o profesionales. Se suponía que les iba a gustar.

Cabreo porque representantes de un Ayuntamiento como el de Madrid se permitan bromear y menospreciar a la arqueología profesional.

Añadimos otra sensación, la desazón ante la insensibilidad mostrada por el patrimonio histórico y cultural que es propiedad de cada una de las personas que han habitado, habitan y habitarán en la ciudad de Madrid. El objetivo de la arqueología profesional es la de hallar, investigar, proteger y devolver ese patrimonio a la ciudadanía para su uso, disfrute y conocimiento.

Ahondando en el artículo nos damos cuenta de que se mencionan a José Luis Infanzón, Director General de Espacio Público del Ayuntamiento de Madrid y Paloma García Romero que dirige el Área de Obras y Equipamientos.

Estos dos directivos son responsables de obras como las que se mencionan en el artículo. Nos centraremos en una una de ellas, la de Calle Fúcar 6, un edificio multifuncional en el corazón de Madrid, en el famoso barrio de Las Letras y que cuenta con un presupuesto de 24 millones de euros. Los trabajos arqueológicos supusieron un incremento de 3 millones de euros, veamos por qué: enlace>>

Este proyecto era algo demandado por los vecinos desde hacía mucho tiempo, querían tener dotaciones públicas en su barrio, algo normal. La redacción del proyecto se dilató en el tiempo debido a que la zona tenía y mantiene una gran presión demográfica y eso de hacer un equipamiento dotacional no cuadraba en las arcas del Ayuntamiento ni en la de ninguna de las constructoras e inversores de la zona (por ejemplo, los pisos turísticos dan más dinero).

Pues bien, debido a la mala planificación y no a la arqueología, una vez redactado el proyecto y empezada la obra recordaron mirar el nivel de protección de la parcela. En 2015, la Asociación Madrid, Ciudadanía y Patrimonio en su Observatorio del Patrimonio, ya recogía que se había derribado el edificio anterior y la protección con que contaba:

Fúcar, 6. Fuente: Madrid, Ciudadanía y Patrimonio

Está catalogado en el PGOUM de 1997 como:

  • Catalogo de elementos protegidos A – Edificios: Nivel de proteccion: 3 – Grado de proteccion: Parcial
  • Catalogo de elementos protegidos B – Elementos singulares: Parques jardines de interes – Nivel de proteccion: 3

Desde 2015, se podían haber hecho todos los estudios arqueológicos y haber evitado los sobrecostes y retrasos que hemos comentado, pero… ¿Quién es la culpa?

La obra empezó con tan sólo un control arqueológico y, cómo era de esperar en este barrio, obtuvo resultados positivos. El nivel de los hallazgos hizo finalmente paralizar la obra durante 21 meses y por lo tanto generar un sobrecoste de 3 millones de euros, que evidentemente no fueron a los bolsillos de los arqueólogos, sino a la constructora por el tema de las garantías, anulación de contratos a proveedores durante ese tiempo, etcétera.

Aparte, como no salió la tumba de Cervantes o algo llamativo, los directivos se quedaron perplejos porque TAN SÓLO: “La campaña arqueológica ha supuesto 708 estructuras halladas y comunicadas, más de 500 bolsas de restos materiales inventariados y depositados, 70 bolsas de restos orgánicos (fauna) hallados y depositados”

Leer: LA VAJILLA ‘SIN VALOR’ DE LA CALLE FÚCAR en el artículo del 14 de octubre.

Por supuesto, la arqueología supone sobrecostes y retrasos. A los profesionales de la arqueología nos gusta comer, pagar la hipoteca, ir al cine o de vacaciones. En definitiva, recibimos una remuneración, un 80% de nosotros siendo autónomos a través de una factura. Como cualquier profesional también estamos obligados a aportar nuestras cuotas de autónomos, seguridad social, hacienda, IVA, tener cursos de prevención de riesgos laborales, seguros de responsabilidad civil y un largo etcétera. También contamos con una titulación superior, años de experiencia y todo ello, por unas remuneraciones que no son muy superiores al de cualquier trabajador no cualificado de las obras donde ejercemos.

Esos salarios y otros costes asociados jamás superarán en porcentaje a los enormes beneficios obtenidos por las constructoras y promotoras por cada segundo que estamos en la obra y que cargan puntualmente a la administración promotora de la obra. Este dato no se suele mencionar.

En este sentido de los costes de la arqueología, según otra nota de prensa publicada por Europa Press el 14 de Marzo de 2023 (ver enlace>>), se encontraban trabajando en la obra hasta «3 arqueólogos, 15 operarios y una máquina excavadora auxiliar, además de las labores puntuales de topografía y fotogrametría asociadas». Procedamos a hacer un cálculo aproximado:

  mesesudsubtotal
Salario bruto de arqueólogo1.800213113.400
Salario bruto de operario1.5002115472.500
   Total585.000

Más el coste de la máquina y otros costes asociados, supongamos que llegamos al millón de euros. ¿Dónde están los otros dos millones? ¿Se van a vigilar igual los otros 24 millones del presupuesto? Sigamos…

Este fiasco provocado en su mayor parte por la falta de planificación y no haber realizado las consultas previas se añade a otros tantos casos, muchos de ellos enumerados en el artículo de Carlos Guisasola y otros no: cocheras de Cuatro Caminos, la fábrica de Clesa, Peironcely 10, la Puerta del Sol, Estación de Metro de Opera, el Palacio de Canalejas..

Todo ello ha hecho recuperar una antigua demanda, la creación de un servicio de arqueología en el Ayuntamiento de Madrid, al modo del MOLA de Londres o Le Pôle archéologique de la Ville de Paris. En España también contamos con los denominados “consorcios” en las ciudades Patrimonio de la Humanidad, título al que también aspira la ciudad de Madrid y que ha conseguido en parte con la declaración del Paisaje de la Luz. Son áreas que pretenden guiar al resto de afines (urbanismo, medio ambiente, etc.) en los procedimientos administrativos, aconsejar en los tiempos, servir de asistencia técnica para evitar sobrecostes o malas prácticas, etc.

Esta demanda también ha sido recogida por algunos partidos políticos:

Este último artículo fue publicado en El País el 25 de agosto de 2023 y así llegamos al 14 de de octubre de 2023 leyendo declaraciones en El Mundo del estilo a:

“La directriz más habitual es seguir excavando, seguir excavando…», dicen, medio en broma, medio resignados, desde Cibeles.”

Este tipo de artículos cada vez son más comunes y pensamos que hacen realmente daño a nuestra profesión. El 7 de febrero de 2023 en La Verdad de Murcia algunos constructores de la ciudad de Cartagena, plagada de restos arqueológicos, se quejaban por medio de la prensa en los mismos términos, olvidando que cada vez que se encuentra algo en sus obras reciben ayudas y compensaciones, se les permite el modificado del proyecto para proteger los restos y compensar las perdidas, etc.

La Sección de Arqueología del CDL de Murcia lanzó un comunicado denunciando esta práctica cada vez más común de usar los medios de comunicación para influir en la opinión pública y dar una mala imagen de la arqueología.

Fuente: Facebook de la Sección de Arqueología del CDL de Murcia

Aparte de los medios de comunicación parciales, nos encontramos ante una política que en vez de hacer prevalecer el interés general prefiere el interés y la codicia de unos pocos. La liberalización de trámites y la ausencia de impedimentos para un desarrollismo exagerado que nos deje sin una sola huella de nuestro pasado y el legado que nos dejaron las gentes que antes pisaron nuestras ciudades.

Y así llegamos a un destino que nos parece cada vez más cercano, las normativas neoliberales y las políticas territoriales que han surgido de las últimas elecciones autonómicas y locales nos dejan prever no sólo la destrucción sin control de esos restos materiales del pasado sino también el deseo ferviente entre algunos sectores de hacer desaparecer a la arqueología profesional.

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