Un relato sobre la IAE y la Arqueología

IAE Arqueología

Fuente imagen: Rankia

Recientemente, el Gobierno Vasco ofreció a las profesiones de la Cultura una ayuda para combatir los efectos de la pandemia sobre la maltrecha economía del sector. El texto nos incluía, esta vez sí, a quiénes nos dedicamos profesionalmente a la Arqueología.

Para justificar nuestra profesión y dedicación económica principal debíamos inscribir nuestro epígrafe del Impuesto de Actividades Económicas; la cumplimentación de la ayuda era muy sencilla, en veinte minutitos rellenada la solicitud y presentada telemáticamente. Todo bien, estupendo incluso.

Pero… llamada del Gobierno Vasco: estimado, tu IAE no indica que seas arqueólogo. Claro, no hay un epígrafe en el que me pueda inscribir, sólo uno tan genérico que no permite distinguir lo que soy. Así que, estimado, busca contratos, facturas, cartas de encargo, permisos de actuación, pide favores a quién te contrató y lo mandas corriendo en 10 días, que debes subsanar el error.

Tiempo de tramitación multiplicado al infinito, sensación de estupidez, unida a una mala leche tremenda que pagan quienes me rodean, que no cometieron el error de vete tu a saber qué mente brillante no consideró que la Arqueología se podía ejercer profesionalmente.

Entre las preguntas que me hago hay una que me preocupa ¿quién va a revisar esa documentación? ¿va a entender los conceptos que manejamos en el desempeño de nuestra labor profesional? Es que estos no suelen incluir el asalto a templos malditos, aunque sí parece que tenemos que hacer últimas cruzadas para defendernos de la incomprensión que la Sociedad, a través de sus instituciones, tiene hacia nuestra profesión.

Pocos días después, la Diputación Foral de Álava ha propuesto una nueva línea de ayudas al sector de la Cultura que, oh sorpresa, también incluye a la Arqueología profesional y dice textualmente en su publicación del Boletín Oficial del Territorio Histórico de Álava:

“Dada la inadecuación del catálogo de epígrafes del IAE a la realidad de todos los subsectores, se analizará cada caso en particular. En caso de duda, el órgano instructor previsto en el artículo 10 de esta convocatoria podrá solicitar acreditación de la solvencia técnica a las entidades beneficiarias, mediante la presentación de una relación de actividades desarrolladas en los últimos tres años, directamente relacionadas con actividades culturales, creativas o proyectos de patrimonio cultural, especificando para quién han realizado el trabajo e importes”

Es decir, que la falta de un epígrafe propio en el IAE, y otro en el Código Nacional de Actividades Económicas -el CNAE-, tengo que poner más trabajo para demostrar quién soy y a qué me dedico.

En un mundo loco, si las ayudas fuesen para quién ha hecho de la adivinación y la astrología su forma de ganarse las lentejas, no habría problemas. Estas profesiones tienen sus propios epígrafes y un reconocimiento legal implícito que es, cuando menos, sonrojante.

Nos hemos hartado de oír que “nadie se iba a quedar atrás” en esta crisis. Como sector, colectivo o cómo queramos llamarnos, ya nos habían dejado lejos en aquella otra crisis, la financiera. Que no era momento entonces. Pero ya estábamos muy lejos, cuando no en el abandono, en el momento que nuestras reclamaciones como sector a este respecto, vehiculizadas a través de nuestro Colegio Profesional, han sido -nos dicen- ignoradas sistemáticamente durante años.

 Y así seguimos. Las autoridades autonómicas no saben nada de esto: no está entre sus competencias la gestión del IAE y CNAE. Claro, nuestro pago de impuestos, o nuestra defensa del Patrimonio de quienes lo deben disfrutar en el futuro, generando oportunidades o, simplemente, registrando las destrucciones del pasado, tampoco deben ser de su competencia.

Sin embargo, quizá el reconocimiento de la DFA de la inoperancia de los epígrafes, y la exigencia del Gobierno Vasco de más documentación, deberían llevar implícita una exigencia al Gobierno Central y, facilitar así -en mi ingenuidad- la vida de sus ciudadanas y ciudadanos.

Los correspondientes ministerios que se ocupan de esto -yo que sé, Hacienda, Economía, Trabajo, Cultura-, ya podían hacer por introducir un puto número en su BOE para ver si un día, cuando todo esto pase, empezamos a sentirnos, como colectivo profesional, más cerca de aquellas y aquellos a los que no se dejó atrás.

AUTOR: Rafa Varón

1 comentario en “Un relato sobre la IAE y la Arqueología”

  1. Esto me ha recordado a aquella vez que fui a Lanbide a darme de alta como demandante de empleo, y el tipo que rellenó mi perfil me metió en la categoría de «trabajadoras de la construcción», al no encontrar «arqueóloga» en el menú. En fin…

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